Correcto

Esa línea gruesa, entre lo obvio

y lo que nunca era opción,

se va haciendo más delgada

en este nuevo cambio de dirección.

 

Entran matices extraños

entre lo blanco y negro.

Se mezcla el ideal con el contexto

y toca ir viendo cómo lo integro.

 

Lo que pensaba como A o B

últimamente se subleva.

Ahora descubro que siempre fue 

de opción múltiple la prueba.

 

Además de los factores varios,

también hay cientos de escenarios.

 

Y entre el temor de equivocarme, 

de fracasar, 

y el de contradecir la versión que construí,

de defraudar.

 

Elijo siempre la aventura de fallar.

Aunque implique reconstruir,

aunque la certeza se me convierta en azar,

aunque el error amenace con repetir.

 

Asumo el costo de cambiar.

Por ahora que la elección sea fluir,

siempre y cuando sea para evolucionar.

 

Porque mientras se van

abriendo las alternativas,

las palabras en mi mente 

también suenan más compasivas.

 

“Que lo correcto

sea simplemente lo que 

se elige en el momento”.

 

Mientras tanto, el juicio se despide.

Me dice que no hay nada qué demostrar.

Me recalca que está bien cambiar.

 

El corazón también coincide,

me pide sentir y dejar de anticipar.

 

Porque el futuro,

cuando llega, es solo para disfrutar;

nunca se ha tratado de acertar.

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